Sexualidad Transorgámica es una forma muy diferente de concebir y practicar la sexualidad, que puede traer verdadero reencatamiento, armonía y felicidad a tu relación de pareja. Transorgásmico es un término nuevo que quiere decir "más allá del orgasmo" o "trascendiendo el orgasmo" y como modelo y como práctica se basa en conocimientos de antiguas tradiciones como el Tao, el Tantra y la Alquimia, entre otras, en los descubrimientos actuales de la neurociencia sobre sexualidad y, por sobre todo, en lo que algunos hemos podido practicar y experimentar por nosotros mismos.

martes, 6 de abril de 2010

¡¡Bienvenidos a la práctica!! Cómo hacer el amor de modo “transorgásmico”.

Hasta el momento, hemos hablado ampliamente de nuestro modelo de Sexualidad Transorgásmica. Hemos hecho un gran esfuerzo por explicar sus ventajas y características, y cómo es una necesidad comenzar a cambiar nuestros paradigmas en materia sexual.

Ahora nos corresponde explicar los pasos de la práctica, para que las parejas puedan, en el momento en que se decidan, comenzar a practicar. Y hemos hablado de “parejas” más que de individuos, ya que los mejores resultados se consiguen cuando ambos miembros están de acuerdo. De lo contrario, pueden existir éxitos parciales e, incluso en algunos casos, frustraciones.

Veamos cómo se practica la Sexualidad Transorgásmica:

Para comenzar, necesitamos de la natural atracción y del deseo mutuo. Todo comenzará como cualquier relación sexual, a través de abrazos, caricias y ardientes besos en las distintas zonas erógenas del cuerpo, a fin de activarnos por completo. Se recomienda, durante todo el tiempo, mantener una respiración profunda, la cual nos preparará mentalmente y paulatinamente nos hará entrar en un pequeño trance, ayudándonos a conectar con nuestro cuerpo y el de nuestra pareja. En lo fisiológico, estos momentos de preparación permiten que los órganos sexuales se lubriquen y estén preparados para la penetración.

A continuación, y en algún momento en que la pareja lo estime, se producirá la penetración. Es de suma importancia que se lleve a cabo con cuidado. Los movimientos, sobre todo en los primeros instantes, deben ser tranquilos. Muy de a poco tenemos que ir moviéndonos, pero suavemente y como llevando un ritmo. Sabemos que, en el caso del hombre, muchas veces los primeros momentos son críticos porque en ellos puede sobrevenir el orgasmo y la eyaculación (esto se conoce como Eyaculación Precoz).

A partir de la penetración, es necesario que la excitación se estabilice en una especie de “Plateau” o “Meseta” (utilizando el lenguaje de Master & Johnsonn). Esto significa que el flujo de libido debe ser más o menos constante: recordemos las advertencias de Ícaro a Dédalo: “no debes subir demasiado, porque el sol derretirá tus alas de cera, pero tampoco volar tan bajo que caigas al mar”. En otras palabras, si permanecemos 100% quietos, la excitación decaerá, pudiendo perderse la erección y la lubricación; pero si nos movemos con demasiada violencia, arrastrados por la pasión, desencadenaremos el orgasmo.

Estando conectados de esa forma, la pareja debe avivar el fuego sexual, el cual comenzará a manifestarse como oleadas de placer que invadirán todo el cuerpo. La energía debe fluir, porque si se concentra sólo en los órganos sexuales, lo más seguro es que llegue un momento en que el cuerpo ya no aguantará más la presión y estallará.

Usemos la metáfora de la “olla a presión”, la cual tiene claras reminiscencias que aluden a un proceso alquímico. La olla, la caldera o el atanor, o como queramos llamarlo, viene a representar nuestros órganos sexuales. Puede ser útil, si en esos instantes de paroxismo sexual, imaginamos una olla hirviendo en nuestras entrañas, la cual naturalmente expedirá vapores. Los vapores representan esas oleadas de placer que nos invaden desde abajo. No obstante, todos sabemos que si una olla o una caldera hierven, es necesario darles tiraje, o una salida al vapor. ¿De lo contrario qué ocurrirá? Efectivamente, la olla o la caldera estallarán, expulsando afuera su líquido hirviendo, el cual de paso apagará el fuego. Todo ingeniero sabe que todo se soluciona si colocamos un tubo de escape o una chimenea por donde pueda salir el vapor. Los alquimistas llamaban a este instrumento: la torre de destilación o el “alambique”, el cual para nosotros éstará representado por nuestra espina dorsal (Los chinos y los tántricos hablan de "meridianos" o canales de energía que recorren el cuerpo de arriba a abajo; el más importante de esto canales va por la columna vertebral. Aunque nos sea difícil aceptar esta posibilidad, la columna será una un buen punto de referencia para nosotros, pues nos ayudará a visualizar la dirección como deben ascender las oleadas de energía (placer) que nos invaden en el momento de la cópula)

Durante la práctica sexual, en los momentos cuando experimentamos esa potente “olla a presión” pélvica, necesitamos hacer que los vapores (energía sexual) suban y circulen. Esto, si bien es cierto ocurre de modo más o menos natural si estamos relajados y hemos activado todas las otras zonas erógenas del cuerpo. No obstante necesitamos bombear también los vapores de modo consciente. Esto lo logramos gracias a la Respiración.

La respiración profunda de ritmo acompasado cobra importancia capital, no sólo para hacer circular y subir la energía por la columnapreviniendo así el estallido de la olla, sino para hacer que con su ritmo, nuestra mente entre en un estado de semi-trance. Al respirar también nos oxigenamos, y recordemos que el fuego necesita del aire para mantener viva su llama.
Ahora bien, las características de nuestra respiración durante el sexo, es que debe ser profunda y llenar, de preferencia, la parte baja del cuerpo (respiración ventral o abdominal). Si esto se nos dificulta durante la práctica, aconsejamos practicarla aparte, a través de ejercicios respiratorios como los que nos entrega el yoga, el chi-kung o las artes marciales.

Para que la respiración sea efectiva en bombear hacia arriba los vapores sexuales durante la práctica, debemos poner el énfasis en la inhalación. A diferencia de la práctica común, donde instintivamente el énfasis está puesto en la exhalación (los típicos jadeos), acá se trata de conducir la energía desde abajo hacia arriba, y desde el exterior al interior. Esto lo logramos con la inhalación. Podemos imaginar también una corriente luminosa ascendiendo desde nuestras entrañas a nuestra cabeza por nuestra columna vertebral. Los maestros tántricos hablan de 2 conductos energéticos: Ida y Pingala, que se entrelazan cual serpientes a ambos lados del canal central Sushuma, en la espina dorsal (ver imagen).

La inhalación profunda no debe hacerse de forma mecánica, debe ser hecha con emoción, tal como si estuviésemos inspirando el aroma de una flor o de un exquisito licor. Algunas personas imaginan (y con la práctica llegan a sentir), que mientras el aire entra por los pulmones, la energía sube hasta el corazón o la cabeza, y luego cuando espiran, ésta se expande como un aura de luz.

Respecto a la exhalación, esta no es simplemente “soltar” el aire. Hay que también hacerla de modo consciente, como empujando el aire con el diafragma. Repetimos que esta habilidad puede practicarse aparte, a través del yoga, de la meditación o la relajación profunda.

Además de la respiración, existe otra clave para controlar y hacer circular la energía en el trance sexual. Estamos hablando del control de la musculatura. Pero alguien podría ser un asiduo deportista o fisicoculturista, mas eso no implicaría mayor dominio de la sexualidad. La realidad es que nos referimos a músculos que pocas veces ejercitamos de modo consciente: aquéllos de la zona del perineo.

Cuando estemos en pleno acto sexual, soltar y apretar esta musculatura, de modo consciente, nos dará mucho dominio y control frente al orgasmo. El músculo pubocoxígeo es el que rodea el punto que los chinos llaman “Hui –Yin” entre los testículos y el ano (en la mujer tiene una ubicación equivalente).Tal como si se tratara de las riendas de un caballo, mantener el control sobre este músculo nos permitirá ir controlando cualquier impulso que pueda precipitarnos hacia un orgasmo involuntario.

Si alguien está pensando en que tenemos que estar con el músculo contraído todo el tiempo, les recordamos el ejemplo del caballo: uno no tiene todo el tiempo las riendas tirantes, ya que eso nos cansaría a nosotros y al caballo; uno mantiene las riendas sueltas y sólo las tira para indicar la dirección al caballo, o cuando es necesario hacer que frene o se desvíe. Ejercitar el músculo pubocoxígeo es relativamente fácil: basta contraer como si estuviéramos aguantando la orina. Si sostenemos, estando parados y con los pies juntos, un cubo o libro grueso entre las piernas, balanceemos la pelvis de atrás hacia delante, y veremos cómo el músculo se activa. Mantak Chia (1993) aconseja también a las mujeres introducir un pequeño huevo en su vagina, estando de pie, y jugar a apretarlo y soltarlo.

Entonces, recapitulando la práctica: estamos en plena etapa de “Meseta”, y ya han transcurrido minutos, quizás media hora o más. Conforme el cuerpo se va habituando, la cópula puede durar cada vez más. El umbral de eyaculación (u orgasmo, para incluir también a la mujer) se va elevando paulatinamente. Esto quiere decir, que conforme avanza la práctica, la pareja puede aumentar el “fuego” de la “olla”, sin que esto signifique que vaya a estallar. Recordemos nuestra experiencia de hervir leche: cuando ésta entra en ebullición, fácilmente se sube y se rebalsa. Pero si revolvemos, es decir, hacemos circular su contenido, podemos mantener la temperatura y la ebullición, pero sin que derrame. Algo así ocurre con la Práctica Transorgásmica, y es la razón por la que insistimos que aún en ausencia de orgasmo, la pareja puede tener una experiencia intensa y transformadora.

Suponiendo que el orgasmo se aproxima, rápidamente hay que detener el movimiento (ambos en la pareja deben parar) y retener el aire. Por supuesto esto tiene que hacerse antes de sobrepasar el “punto de no retorno” después del cual el orgasmo será inevitable. Retener el aire es como una especie de aspiración rápida donde el aire queda retenido en los pulmones, para luego expulsarlo suave y controladamente (no “soltar” sino empujarlo). Cuando pasa el momento de peligro, los movimientos pueden reanudarse. Mantak Chia (1993) se refiere a algo que él llama “La Gran Aspiración”, y la recomienda sobre todo para las mujeres, que cuando sienten que el orgasmo se aproxima y la energía está próxima a escapar, deben aspirar profundamente como llevando la energía hacia adentro y hacia arriba, contrayendo y relajando la musculatura vaginal, como si estuvieran bombeando. Los hombres también pueden hacer esta “Gran Aspiración”, reteniendo el aire y apretando su musculatura de las piernas y del perineo, tal como hemos indicado.

De más no está decir que mientras más rítmicos, largos y profundos los movimientos, permiten un mayor control. También se pueden hacer movimientos cortos, pero son como apretar el acelerador. Si vemos que el fuego decae, podemos avivarlo a través de estos movimientos cortos, pero si nos acercan demasiado al orgasmo debemos bajar la velocidad. Los movimientos no deben controlarse en un 100%, pues eso quita espontaneidad a la práctica. Se trata más bien de dejar que el movimiento fluya, pero no de un modo descontrolado. En el sexo, los movimientos más armónicos son circulares, como si fuera una serpiente. Esto es así porque la energía circula como ondas, y nosotros debemos acompañar esas ondas, como si danzáramos. Danzar es un buen ejemplo de un movimiento que es fluido, rítmico, pero al mismo tiempo armonioso; no descontrolado ni caótico.

También podemos agregar que los movimientos, en este caso de la pelvis, pueden combinarse con la respiración. En una relación típica cuando la pelvis va adelante, instintivamente tendemos a exhalar. Acá podemos invertir dicha relación: si la pelvis va adelante, inhalamos; si va hacia atrás empujamos el aire fuera. Esto nos ayudará, sobre todo al hombre, a prevenir la eyaculación. Si queremos aumentar el fuego, podemos volver a la relación pelvis-adelante/exhalación y pelvis-atrás/inhalación.

Finalmente, hay que indicar que algunas prácticas, aquellas a las que se les puede dar alguna intención más mística, pueden incluir algún tipo de mantram. El místico contemporáneo Samael Aun Weor (1991), señala mantrams bastante sencillos como el IIIIIIII-AAAAAA-OOOOOO, que pueden ser vocalizados o repetidos mentalmente durante la práctica.

Al no existir orgasmo, la unión transorgásmica “acaba” cuando uno de los dos miembros, o ambos de común acuerdo, deciden terminarla. Aunque no exista cansancio por descarga de energía, la musculatura y el cuerpo también se agota. También podemos sentirnos “llenos” y satisfechos, por lo que prefiramos separarnos. Para eso, suavemente nos desconectamos sexualmente de nuestra pareja y nos tendemos a su lado, puede ser de espaldas o de lado abrazándola a ella. Presionar la pelvis contra ella nos permite apretar nuevamente la musculatura pubocoxígea, lo cual nos ayuda a “cerrar bien las puertas”. Al mismo tiempo, se aconseja que cada miembro continúe respirando como lo venía haciendo, profundo y relajado. Notarán que sus cuerpos están calientes y vibrantes; por lo mismo, no será bueno si se enfrían (nosotros recomendamos cubrirse siempre con alguna manta o sábana, y no ducharse hasta dentro de media hora como mínimo).

Después de la separación, lo que buscamos es evitar que haya un corte violento, para así ir poco a poco retornando al ritmo normal. Esto significa que muy de a poco el hombre irá perdiendo la erección, aunque, a diferencia de la fase típica de Resolución (post-orgasmo), podrá la erección ser recuperada en cualquier momento. Por otra parte, un estado de éxtasis y relajación profunda se experimenta en esta fase, muy distinta del cansancio post-orgásmico. Afectivamente, la pareja sigue conectada, y la atracción continúa, porque ambos amantes muchas veces querrán seguir besándose o abrazándose.

Podrían llegar a presentarse molestias después de la práctica, las cuales pueden ser bastante normales cuando alguien recién se inicia. Estas molestias generalmente afectan al varón, y son similares a las que algunos hombres experimentan cuando han tenido excitación y no han eyaculado. Pueden ser vivenciadas como cierto dolor en la zona del vientre o en los conductos espermáticos (subiendo por la ingle). Podría haber dolor de cabeza o cansancio. En todos estos casos, las dificultades aparecen porque la energía no se hizo circular adecuadamente (por medio de la respiración y el movimiento) y el cuerpo se enfrió, estando la energía acumulada abajo. Recordemos que si nosotros tenemos un sistema de tuberías por donde circula el vapor, si ese sistema se enfría repentinamente con el vapor dentro, el vapor se condensa y puede que hasta se cristalice en partículas sólidas. Quienes hemos visto como la maguera de nuestro jardín a menudo se rompe en invierno, debido a que el agua que queda dentro se congela, entenderemos mejor por qué es importante que al acabar la práctica continuemos respirando y moviendo la musculatura perineal para hacer que toda la energía (los vapores) suban.

Por último, queremos subrayar que la Sexulidad Transorgásmica, más que una técnica o un procedimiento, es un Arte. Y con esto hacemos hincapié en que sólo la práctica hace al maestro. Al principio uno siente que pierde algo de la espontaneidad natural del sexo. Todo este énfasis en el control puede hacernos perder de vista que, en la medida en que adquiramos la habilidad, el control llegará a ser tan imperceptible como manejar un auto o tocar un instrumento.

Esto mismo debe prevenirnos contra el desánimo, ya que si notamos que las cosas no fluyen, o que hay molestias físicas, será igual que cuando uno se enfrenta al desafío de aprender cualquier destreza. ¿Acaso cuando quisimos aprender violín o guitarra no nos dolieron los dedos al principio? ¿Acaso el primer día en el gimnasio no nos sentimos un desastre? En todas estas actividades al principio estábamos torpes; teníamos la tentación de echar todo por la ventana. Sin embargo son los frutos los que dan sentido a todo el esfuerzo. El único gran consejo es ser pacientes e ir de a poco. Nos han hablado de personas que pueden estar horas en este éxtasis transorgásmico. Sin embargo, puede que nosotros sólo alcancemos unos breves minutos antes de caer en el orgasmo. Esto no debe desanimarnos; antes que eso lo correcto será analizar lo ocurrido y corregir sus posibles causas. Si vamos lentamente, si al principio nos quedamos quietos y observamos nuestras sensaciones, vamos dando tiempo a que nuestro cuerpo y nuestra mente comiencen a desarrollar lo que nosotros llamamos una “conciencia transorgásmica”, que es incluso más amplia que la esfera sexual.

REFERENCIAS:

Aun Weor, S. (1991) El Matrimonio Perfecto. Bogotá: Intergráficas Ltda.

Chia, M. (1993) Cultivando la Energía Sexual Femenina. Villaviciosa de Odón: Mirach

Chia, M. (2001) Secretos Taoístas del Amor: Cultivando la Energía Sexual Masculina. Madrid: Difusor del Libro.

1 comentario:

  1. Ola meu amigo, gostaria de pedir vossa permissão para traduzir seus textos para Português e e publicar em meu blog

    Pratico a Sexualidad Transorgásmica a alguns anos, e gostei muito de vossos textos!

    http://gnosisportugal.blogspot.pt/

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