Sexualidad Transorgámica es una forma muy diferente de concebir y practicar la sexualidad, que puede traer verdadero reencatamiento, armonía y felicidad a tu relación de pareja. Transorgásmico es un término nuevo que quiere decir "más allá del orgasmo" o "trascendiendo el orgasmo" y como modelo y como práctica se basa en conocimientos de antiguas tradiciones como el Tao, el Tantra y la Alquimia, entre otras, en los descubrimientos actuales de la neurociencia sobre sexualidad y, por sobre todo, en lo que algunos hemos podido practicar y experimentar por nosotros mismos.

miércoles, 28 de abril de 2010

Por qué la sexología en Occidente está tan ciega hacia la experiencia trans-orgásmica

No es fácil sacudirse 5000 años de cultura patriarcal, donde el sexo siempre fue visto de modo simplista: o es para la reproducción o es para obtener una especie de "liberación" o rápido placer. Obviamente, para no generalizar demasiado, tenemos que incluir también al sexo como expresión del amor dentro de una pareja, que con la igualdad de género se ha ido volviendo muy importante . De cualquier forma, todos obramos como si ya supiéramos de qué se trata. Decimos que un joven o una joven se “inicia” sexualmente cuando ha tenido su primera relación sexual. No obstante ¿quién se refiere a la calidad de esa experiencia?, ¿acaso saber sobre sexo es sólo saber correr nuestra carrera hacia el orgasmo? ¿y quién dijo que el orgasmo tenía que ser la estación obligada de cualquier vida sexual? Todos nos miraremos las caras unos a otros buscando respuestas, lo que ocurre es que así nos ha parecido siempre. "Así funciona la naturaleza" -dirá alguien, pero con eso aceptamos que estamos hablando de reproducción, y sabemos que el 99% de las relaciones sexuales no se tienen con el fin de reproducirnos (es más, lo evitamos, por medio de anticonceptivos). El orgasmo es así un fruto apetitoso colgando del árbol y por ese solo hecho decidimos cogerlo. Y a partir de ese instante asumimos quedar “iniciados” en el conocimiento de la sexualidad. Desde ese momento, el coito será el mismo, tendrá la misma estructura básica y un sabor o experiencia de fondo que comenzará con la penetración y acabará en la eyaculación. Y así será por toda una vida.

Este es el problema más hondo en nuestro conocimiento de la sexualidad. Constituye en sí un paradigma, el cual incide en los hábitos y, a nivel científico, repercute en los modelos que intentan explicar la conducta sexual humana. Después de 5000 años de patriarcado, el cual se encargó de reprimir e ignorar la sexualidad, nuestros hábitos sexuales son precarios. Debido a esa precariedad es que los científicos hoy estudian la sexualidad y hacen modelos simplistas, modelos que dan por sentado que la sexualidad humana es como la hemos descrito: una carrera que tarde o temprano desemboca en la experiencia del orgasmo. Es más, deseamos el orgasmo, ya que éste ha pasado a ser sinónimo de satisfacción y felicidad sexual.

Sin embargo, ¿es el orgasmo el fundamento de una vida sexual feliz? Porque placer momentáneo es una cosa, pero felicidad otra. Y los filósofos y psicólogos de todos los tiempos nos han enseñado que es necesario conocer a fondo nuestros deseos y apetitos, no para reprimirlos (fórmula fácil, pero que a la larga no funciona), sino para hacerlos sustentables. En otras palabras, para que podamos gozarlos y vivirlos constantemente sin minar nuestro bienestar físico, emocional y/o espiritual. Porque muchos placeres son del momento, pero luego dañan el cuerpo o la mente o deterioran nuestra percepción y nuestra relación con nosotros mismo y el entorno. Pensemos en el alcohol: ¿cuál es el placer? ¿acaso llegar al límite de emborracharnos y sufrir la tradicional resaca al día siguiente, o la cirrosis hepática en unos años? ¿o debemos abstenernos 100% de probar siquiera una gota de licor para el resto de nuestras vidas? Es casi seguro que quien haya aprendido las lecciones de la vida preferirá un camino intermedio: disfrutemos unas cuantas copas de alcohol, pero observando nuestro límite antes de caer borrachos. ¿Acaso no se disfruta mucho más del sabor, de la calidad de un buen vino? Incluso, con un ritmo adecuado, podríamos beber toda la noche sin embriagarnos.

Los sexólogos en nuestra cultura trabajan hasta hoy con un modelo creado por Master & Johnsonn en la década de 1960, donde establecen que la respuesta sexual humana posee 4 etapas bastante delimitadas: (1) Excitación, (2) Meseta, (3) Orgasmo y (4) Resolución. Ese modelo supone que existe una curva de placer que comienza en la excitación y tiene su peak en el orgasmo. Pero el orgasmo es un límite fisiológico, después del cual las sensaciones y emociones previas desaparecen abruptamente. Esto da lugar a la etapa de Resolución, donde la llama de la pasión se ha apagado y se supone que debiéramos sentirnos satisfechos. No obstante los individuos en esta etapa a menudo presentan un conjunto de efectos secundarios: cansancio, hipersensibilidad, a menudo desconexión emocional y necesidad de estar solos, pérdida de interés en la pareja, etc., síntomas bastante descritos por la ciencia actual y conocidos por muchos quienes los hemos experimentado. Imaginemos entonces por un momento que el sexo fuera como el vino. Los enólogos, en vez de los sexólogos, quizás se darían el trabajo de construir un modelo similar al de Master & Johnsonn y dirían que la "respuesta humana frente al vino" tiene 4 etapas: (1) Degustación, (2) Consumo, (3) Borrachera y (4) Resaca. ¿Qué diría el lector si estos enólogos dijeran que lo normal es siempre pasar por esas 4 etapas. Suena absurdo, pero quizás, imaginando que el 99% de los seres humanos sólo consumiera vino para curarse, el modelo dejaría de ser absurdo y sería un fiel reflejo de un hábito fuertemente extendido. Los científicos podrían decir que así ES la conducta humana frente al alcohol. Incluso las borracheras tendrían una excelente propaganda. A nadie se le ocurriría cuestionar que el vino no tuviera el fin de emborrachar y aceptarían como normal la resaca y el malestar que dejaría en nuestros cuerpos al día siguiente. Es más, existirían trastornos como el “síndrome de borrachera precoz” u otros, como el que sufrirían personas incapaces de emborracharse, los que serían llamados “analcohólicos”.

¿Podemos pensar por un momento que algo muy similar ocurre con el sexo? ¿No podríamos equiparar nuestra obsesión por alcanzar el orgasmo con la obsesión de un alcohólico por emborracharse? Y ¿Es el orgasmo la única posibilidad de disfrutar del sexo? Nosotros afirmamos que no es la única posibilidad ni la mejor, y con esto desafiamos expresamente el modelo de Master & Johnsonn. Afirmamos que éste, como casi toda nuestra sexología, sólo es una descripción de nuestros precarios hábitos en materia sexual. De ningún modo da cuenta de otra posibilidad y de otro tipo de experiencia. Sigmund Freud también cometió un error similar: señaló que si una relación sexual no culminaba en el orgasmo, era señal de perversión . Hasta el día de hoy los sexólogos siguen usando esos criterios cuando se niegan a aceptar otras visiones.

Y que no se malentienda: no estamos contra el placer, sino todo lo contrario, nos interesa prolongar ese placer y transformarlo en éxtasis y felicidad verdadera, sustentable en el tiempo. Creemos que el orgasmo no es la respuesta obligada. Y con eso tampoco estamos condenando a los modelos en sí ni a los hábitos sexuales de la gente; sólo cuestionamos que el paradigma principal que rige nuestra forma de ver y vivir el sexo, no deje espacio a una experiencia distinta.

La sexualidad transorgásmica es una visión y un modelo muy distinto de la sexualidad, el cual se fundamenta en la experiencia. Y la experiencia dice que sí es posible tener relaciones sexuales y disfrutarlas, sin jamás llegar al orgasmo. Esta forma de vivir el sexo fue practicada en muchas épocas y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, por antiguas culturas y filosofías como el Tantrismo de la India o el Taoísmo chino. Donde quiera que se habló de “Sexo Sagrado” o de “Alquimia Sexual” estuvo la huella de la experiencia transorgásmica. En occidente, a partir de muchos mitos y vestigios en la simbología de grandes cultos y escuelas, podemos presumir que este mismo conocimiento sobre la sexualidad estuvo siempre presente, pero velado (recordemos que el cristianismo oficial transformó al sexo en un tabú).

¿Qué gana alguien con vivir su sexualidad evitando el orgasmo? ¿y por qué se dice que podemos disfrutar mucho más? En primer lugar lo que podamos decir con palabras nunca podrá reemplazar a la verdadera experiencia. Hacer el amor sin llegar al orgasmo permite disfrutar del proceso más que del fin. Al evitar el orgasmo, podemos permanecer horas sintiendo olas de placer, las cuales llevan a un tipo de éxtasis que los taoístas llaman el “orgasmo valle”, que es más bien una sensación de plenitud, expansión y unión mente-cuerpo, una especie de comunión con nosotros mismo y con nuestra pareja. Durante esos instantes se pierde la noción temporal y entramos, gracias al movimiento rítmico, en una especie de trance. Los taoístas afirman que de esta forma damos tiempo a la pareja de equilibrar sus energías yin y yang (femeninas y masculinas). Momentos de intensa sensación se intercalan con momentos de profunda tranquilidad. A través de este acto, la pareja crece afectivamente. Lo más importante es que al no producirse el orgasmo no hay un corte. Todo ese magnetismo y esa atracción que sentimos no se esfuma de un momento a otro. Puesto que no hay descarga de energía, ambos amantes conservan esas sensaciones una vez separados. Ninguno de los dos experimenta cansancio, o ese sentimiento de náusea o de “¡¿y eso fue todo?!” que embarga a los miembros de una pareja (en especial al hombre) después del coito.

El orgasmo, por lo demás, causa un desánimo paulatino por volver a unirse con la misma pareja. Es lo que se conoce como “Efecto Coolidge”, el cual afecta a la mayoría de las especies de mamíferos. El macho sobre todo, siente cada vez menos entusiasmo por aparearse con la misma hembra, mientras que se interesa ante cualquier otra potencial pareja que aparezca a su alcance (en la hembra ocurre algo similar). Eso implica que, a la larga, tener sexo con orgasmo nos hace perder el entusiasmo sexual por nuestro compañero, cambiando nuestra percepción de él: antes era la persona más maravillosa del mundo; después ella pasa a ser "la bruja" y él "este fresco" o "este insensible". Sólo basta mirar lo que ocurre en la mayoría de los matrimonios, o en toda pareja que ya esté viviendo junta. Tienen que hacer grandes esfuerzos para permanecer juntos y enamorados como el primer día. Y no estamos quitándole importancia al amor, sólo que anunque éste exista, estos cambios ocurren a nivel de nuestra química cerebral y hormonal.

Para resolver los inconvenientes que plantea el orgasmo, las culturas del patriarcado inventaron que el hombre podía tener muchas esposas, o una esposa y varias concubinas, amantes, esclavas sexuales, etc.. Reprimieron el sexo y a la mujer, considerándolos un mal necesario. Su desconocimiento las llevó a creer que la intimidad y las relaciones sexuales eran negativas, y crearon soluciones como el celibato, la poligamia y la prostitución. Hoy en día, habiendo mucha más libertad e igualdad sexual que antaño, encontramos altos índices de insatisfacción sexual, mucha infidelidad y separaciones, sin mencionar los matrimonios que después de algunos años ya no se toleran o llevan una vida sexual más que distante. También es posible observar que los potenciadores sexuales como el Viagra, el Ging Seng y tantos otros, permanecen siempre en el “top” de las ventas. ¿Qué podemos concluir de todo esto, cuando el orgasmo debiera ser el que da la satisfacción y la felicidad?

El camino intermedio que representa la sexualidad transorgásmica no busca sólo resolver los inconvenientes del orgasmo. También es una experiencia transformadora en sí misma, que se conlleva con todos nuestros ideales de amor verdadero, intimidad verdadera y éxtasis verdadero. El placer del orgasmo sólo dura unos cuantos segundos; el éxtasis transorgásmico, en cambio, puede durar hasta una hora o más, y podemos sentirnos revitalizados y más enamorados después de hacer el amor. Lo dionisíaco y lo apolíneo, lo sensual y lo espiritual, lo yin y lo yang, tienen un punto de encuentro no teórico a través de esta práctica. Para muchas personas la experiencia transorgásmica puede transformarse en una experiencia religiosa; muchos pueden llegar a sentir que hacer el amor es como meditar o fundirse con el universo. Lo importante es que al final, toda esa dicha y ese magnetismo sexual que nos embriaga durante horas, se conservan sin ruptura. Una vez separados los amantes, la energía y esa sensación de estar plenos, no experimenta corte alguno; tan solo se va apaciguando de un modo armónico y natural. La persona siente que logró alimentarse de esta energía, lo cual es muy diferente de sentir que esa energía se descargó o expulsó fuera.

En otros artículos explicaremos en detalle las técnicas transorgásmicas, para que las parejas puedan empezar a poner en práctica esta nueva visión que los sorprenderá.

martes, 27 de abril de 2010

La Experiencia transorgásmica de John H. Noyes y la Comunidad Oneida en el siglo XIX

Artículo extraído de la Web de los Onironautas (desde http://www.onironautas.org/sexualidad_transcendental_tantrismo_alquimia_sexual.html), el cual muestra cómo el enfoque transorgásmico de la sexualidad no han sido patrimonio exclusivo de Oriente. Acá incluso se trata de alguien que encontró la práctica de modo espontáneo y casi accidental, pudiendo vivenciar sus inmensos beneficios. Lo curioso es que esto ocurrió en los EE.UU, en pleno siglo XIX victoriano. El siglo XX, con toda su así llamada "liberación sexual" no registra, sin embargo, desarrollos ni experiencias tan importantes que hayan delineado de forma tan clara el enfoque transorgásmico en el mundo occidental, no esotérico ni religioso.

Recomendamos la página de los Onironautas (http://www.onironautas.org/), no sólo por sus excelentes artículos sobre la sexualidad trascendental, sino también por aquellos en torno al tema de los sueños.
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RECUPERACIÓN DE LAS ENERGÍAS VITALES EN EL MATRIMONIO

Renovación de la juventud en el matrimonio por medio de una nueva técnica y el método natural de regular la natalidad. - Por el Dr. Walter Siegsmeister -
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Al principio ha de parecer extraña la idea de que las relaciones matrimoniales puedan convertirse en un medio eficaz para la renovación de la juventud. Pero si estas relaciones se practican de acuerdo con cierta técnica y se llenan a carta cabal todos los requisitos, se comprobará que tal idea no ha sido traída de tan lejos. Una prueba experimental del método, verificada en condiciones que más adelante anotamos, llevará a una renovación de la vitalidad juvenil, retardará considerablemente el proceso de envejecimiento, quizá haciéndolo retroceder, y convertirá al matrimonio en una perpetua luna de miel, no afectada por el transcurso de los años.

Aquellos cuyos fuegos amorosos han descendido a la más ínfima expresión (por una desacertada técnica anterior), hallarán la manera de provocar la llama y encenderla hasta alcanzar la primitiva fogosidad. Y volverán a ser los enamorados de antes, llenos de optimismo, de experiencias y de amor a la vida.

UN CIENTÍFICO, UN EXPERIMENTO, UNOS RESULTADOS.

John Humphrey Noyes redescubrió, hace más de un siglo, tal método, lo puso a prueba y realizó así una de las experiencias más significativas de la humanidad en asuntos eugenésicos de los tiempos modernos. Noyes reunió a sus partidarios en una comunidad que se estableció en Oneida, en el estado de Nueva York. Allá más de 250 de sus discípulos practicaron su nuevo método de control de nacimientos por más de 30 años, con cuidadosas anotaciones sobre sus efectos para la salud, su vitalización, el tipo de niños nacidos, etc. Los resultados de la experiencia fueron altamente satisfactorios. Desde el punto de vista de su eficacia como medida de control de nacimientos resultó superior a todos los otros hasta la fecha propuestos, pues en este grupo citado, que no practicó ningún sistema anticoncepcional, ni tuvo en cuenta ningún período, no se presentaron concepciones accidentales durante los 30 años y el número predeterminado de niños consciente y científicamente procreados subieron al número de 60 en tres décadas.

Abortos no se presentaron y niños defectuosos en cualquier sentido, no hubo. Por el contrario, física y mentalmente fueron muy superiores a sus padres y varios de inteligencia extraordinaria, verdaderamente genial. Estudios médicos comprobaron que, a la inversa de la anticoncepción que puede producir serias perturbaciones, este sistema da como resultado una alta vitalidad, una fuerza de resistencia increíble, una lucidez mental fuera de lo común y procreaciones a voluntad; hijos engendrados con conciencia y amor.

La mayoría de la humanidad es concebida por placer; esto es, los padres no piensan en esos momentos más que en satisfacer sus necesidades fisiológicas. El ser que puede resultar como consecuencia de esos momentos los tiene sin cuidado. Un escritor colombiano fue duramente criticado porque escribió: "Mi padre me engendró por placer y mi madre me tuvo por necesidad". Y, verdaderamente, este escritor hablaba con conocimiento. El Dr.Theodor R. Noyes, M.D., hijo del fundador de la comunidad publicó en el New York State Medical Gazette un reportaje sobre los efectos de las prácticas sexuales de sus miembros en su salud. Demostró que no existió perturbación nerviosa, ni enfermedad de la que pudiera ser acusado el régimen seguido por la comunidad.
También un ginecólogo de Syracuse, el Dr. Van der Warker, hizo un estudio de los efectos de estas prácticas en los órganos sexuales de las mujeres de la comunidad, sin encontrar ninguna condición enfermiza que pudiera atribuirse a las prácticas sexuales, y examinó a todas las mujeres de la comunidad.El Dr. Van der Warker en un artículo titulado: "Un estudio ginecológico de la Comunidad Oneida" publicado en el American Journal of Obstetrics and Ginecology, demostró la eficacia del método de control de nacimientos practicado por esta gente.Muy contrario a los métodos anticonceptivos que crean condiciones patológicas de los órganos femeninos, las prácticas sexuales de la Comunidad Oneida no tienen tales efectos y el método de control de nacimientos es absolutamente seguro. La mortalidad materna es desconocida, lo mismo que las molestias del parto y, de acuerdo con las informaciones de la comunidad: "Los sufrimientos especiales de las mujeres al dar a luz desaparecieron casi por completo". Después de una visita a la comunidad un médico dijo: "Había yo estudiado los efectos de los padecimientos uterinos en el aspecto físico, de tal manera que me bastaba ver el semblante de la paciente para determinar el estado patológico inmediatamente. Y me alegré sobremanera al no encontrar ninguna de estas señales en las mujeres de la Oneida" . Según Havelock Ellis, en sus "Estudios de la Psicología del Sexo", John Humphrey Noyes fue uno de los más grandes reformadores en eugenesia en los tiempos modernos y su Comunidad Oneida es el experimento de mayor transcendencia en los registros eugenésicos.

Dice el Dr. Robert D. Dickinson, la notable autoridad en control de la natalidad: "La experiencia de la Comunidad Oneida es el único experimento en control de natalidad deliberada y conscientemente organizado, llevado a cabo con un grupo de gente inteligente, conocedora de la misión que le corresponde al hombre, cual es cumplir sabiamente el imperativo categórico de la especie. Además, los exámenes mensuales de los médicos comprobaron los maravillosos resultados en la salud". En el libro "Historia de la anticoncepción", el profesor Norman E. Himes expresa: "El sistema de la Comunidad Oneida es el experimento eugenésico de la mayor transcendencia que se ha verificado en todos los siglos".

¿QUÉ DESCUBRIÓ NOYES Y CÓMO LO HIZO?

Ocurrió de la siguiente manera: Noyes contrajo matrimonio en el año 1838 y vivió en la rutina matrimonial acostumbrada hasta 1844. Fue durante este período cuando, por una experiencia demasiado dolorosa, hubo de dedicarse al estudio de las cuestiones sexuales; estudio que le condujo al descubrimiento del método que tanto bien puede hacer a la humanidad. En el transcurso de los primeros 6 años su esposa pasó por las agonías de 5 partos, de los cuales 4 fueron prematuros; sólo un niño vivió. Noyes investigó por todos los medios a su alcance la posibilidad de evitar la concepción. Considerando los métodos conocidos en la época inseguros y/o nocivos para la salud, decidió no usarlos. Después de la última desgracia él empeñó su palabra a su esposa de que jamás volvería a exponerla a dolores infructuosos. Resolvió vivir separado de ella antes que faltar a su compromiso.

Tal era la situación en 1844. Entonces empezó a llegarle la idea de que es posible gozar de la asociación sexual sin exponer a la mujer a los peligros de la fecundación. Meditaba sobre la manera de experimentar el placer sin la descarga seminal. Entonces concibió la idea de que los órganos sexuales tienen dos funciones: una procreativa que comprende el orgasmo y por tanto la eyaculación y la otra de caracter afectivo meramente, la cual no requiere la conclusión del acto procreativo. Pero, pensaba él, debería ser posible separar estas dos funciones y reservar cada una de ellas para su momento oportuno. Experimentó con esta idea y encontró que no era tan difícil el control de sí mismo (que era lo indispensable) y que el placer aumentaba. También pudo comprobar que las experiencias de su esposa eran muy satisfactorias, tanto como nunca anteriormente y, más que todo, evitó la fecundación involuntaria. Este nuevo descubrimiento -según él- fue la "Gran Liberación".Comunicó sus experiencias a un amigo y él también comprobó igual satisfacción. Durante dos años se dedicó a experimentar y a estudiar los detalles esenciales y los aspectos del nuevo descubrimiento. Por fin lo anunció al mundo en un folleto titulado: "Continencia Masculina o el Dominio de Sí Mismo en el Coito" .


Las ideas esenciales que Noyes presentó en su folleto fueron las siguientes: Hay dos métodos de unión sexual. El primero es el acto animal de la copulación que conduce a la fecundación. El segundo es de carácter netamente afectivo, inhibe la eyaculación y preserva naturalmente del embarazo. Hay un gravísimo error en confundir estos métodos. El primero debe reservarse para su misión natural, para sus fines legítimos: la concepción. Cuando no se desea la concepción no se debe realizar el acto particular destinado a efectuarla. Sin embargo, puede verificarse un unión sexual que produce un alegre intercambio de magnetismo, que puede sostenerse sin llegar al orgasmo. El arte de inhibir el orgasmo puede adquirirlo y cultivarlo todos los que realmente lo deseen. El medio seguro consiste en no seguir con el ímpetu de la excitación inicial. Si se logra dominar el impulso nervioso, evitando el excesivo aflujo de sangre a los órganos sexuales, no se secretará el fluido seminal.

La expulsión del semen por el hombre, en lugar de ser necesario para el goce carnal, obra en sentido opuesto, por su efecto de acabar inmediatamente con la vitalidad y el impulso generador, llevando a un fin prematuro las relaciones. Inhibiendo el flujo seminal se alcanza un grado de placer más intenso, prolongado cuanto se desee y en condiciones de volver a empezar cuando se quiera. Después de haberse acostumbrado a la práctica de evitar el orgasmo es tan sencillo realizar la unión como lo es la que lleva a la concepción. Las críticas a este método vinieron de quienes lo intentaron y, por falta de voluntad, fracasaron. Se repite que sólo es posible realizar la práctica mientras la excitación no sea demasiado violenta y obrando con lentitud no se llega a este fin. A los pocos minutos de haber comenzado en la forma indicada empezará a sentirse una grata y profunda sensación, que envuelve a los seres en un suave espasmo.

VENTAJAS DEL MÉTODO:
PRIMERO: Es natural. El infructuoso desgaste del semen cuando no se pretende la concepción, seguramente no es natural. Ningún animal malgasta su fluido seminal como el hombre. Todos los animales sanos y que viven directamente en su medio natural no padecen emisiones involuntarias o voluntarias fuera del tiempo del celo. Sobra advertir que los animales domésticos son una excepción a esta regla porque sus funciones sexuales se han pervertido a causa de la alimentación antinatural, tantas veces excesiva, además del encierro y la inactividad. Lo mismo es el caso con el así llamado hombre civilizado, quien padece de un erotismo exagerado y que cree encontrar la salvación dando libre rienda a todos sus impulsos.
La acostumbrada descarga seminal, como ocurre en el coito ordinario, no puede considerarse como natural porque, en el solo deseo de la gratificación de los sentidos, se pierde una cantidad bastante apreciable de energía vital (también de valiosos constituyentes de la sangre tales como la lecitina, colesterina, fosfatos, tan importantes para las glándulas, los tejidos nerviosos, las células cerebrales y el equilibrio de las endocrinas).Como sabemos, nuestro instinto demanda con frecuencia la unión de los sexos, no precisamente con fines propagativos, sino por razones afectivas y espirituales. De estas indicaciones resulta que: la sencilla unión sexual, sin crisis propagativa, está conforme con la naturaleza en beneficio de los ordinarios instintos amatorios. Con un poco de voluntad es posible a cualquier hombre de regular cultura evitar el orgasmo y gozar del éxtasis ininterrumpido del intercambio magnético sexual. La idea de que la unión sin orgasmo sea en extremo difícil o reñida con los planes naturales ha sido contradicha por el sinnúmero de individuos que con tan magníficos resultados lo han realizado.

SEGUNDO: Este método es sano. En primer lugar libra a las mujeres de la procreación involuntaria y, además, acaba con el desgaste de energía de parte del hombre. Esto no puede decirse de ningún otro método de control de nacimientos, los que reducen su técnica a evitar los efectos propagativos de la emisión del semen y no la emisión misma.

TERCERO: Este método aumenta la felicidad sexual. Muchos dirán, seguramente, que disminuye el placer de la unión; pero se les puede contestar que no tienen más que ponerlo en práctica y se convencerán de los benéficos resultados. El coito ordinario, en el cual se confunden las funciones afectivas y fecundadoras, lleva a un pronto y abrupto fin, es asunto momentaneo y termina en cansancio y disgusto. Este cansancio que acompaña al desgaste sexual es la causa de sentimientos de desprecio y malestar y, sin duda alguna, por este motivo los órganos sexuales siempre han inspirado vergüenza y, muchas veces, asco y repugnancia.
Así, la historia de Adan y Eva, que perdieron el mundo espiritual y cayeron en el material, simboliza muy bien el cambio del goce puramente afectivo por el sentimiento de repulsión que trae consigo la descarga prematura. "La fruta prohibida" no es más que la pérdida de aquel suave espasmo amoroso que los manteía en un jardín de delicias, y la caída en el plano de la materia y del hastío. Por esta razón tuvieron vergüenza y empezaron a mirar con temor la causa del desengaño, en estas circunstancias: los órganos sexuales.La desgana y el disgusto ocasionan malas miradas al instrumento de placer y también a la persona que lo provoca. En este punto comienza el "enfriamiento " que termina en indiferencia, desengaño, odio y divorcio. Por el contrario, los amantes que usan sus órganos sexuales únicamente como instrumentos de la naturaleza espiritual, esto es, como conductores del magnetismo sexual, y se abstienen del orgasmo cuando no se desea la concepción, gozarán de la suprema felicidad en la vida matrimonial durante cualquier tiempo sin saciedad ni desengaño y harán de su hogar la verdadera mansión del respeto al sexo.

CUARTO: Este método es efectivo como medida de control de la natalidad. La costumbre de hacer de la unión sexual un acto tranquilo, sereno, como una conversación, restringiendo la excitación a los límites necesarios para evitar el orgasmo, se puede adquirir fácilmente y entonces no hay riesgo de concepción involuntaria.

Noyes explicó su teoría, además, como sigue: "El primer impulso que une a los sexos no es el acto propagativo sino la alegre intercomunicación del magnetismo corporal por medio del espasmo amoroso, que en manera alguna tiene que ver con el orgasmo y que se verifica sin que éste ocurra. El mutuo contacto de la piel y la unión de los cuerpos de sexos distintos proporcionan un intercambio de dos clases de magnetismo vital los cuales, en equilibrio, constituyen el perfecto balance de la vitalidad".

Los organismos unicelulares, como el paramecium, al envejecer se renuevan por medio de una unión entre dos, durante la cual hay un mutuo intercambio de sustancias de los cuerpos de cada uno. Un similar proceso de recuperación de la juventud se presenta, en grado más elevado, entre los amantes por el intercambio del magnetismo sexual; magnetismo que conduce a la conservación de la salud y el bienestar general por sus vitalizantes efectos en las glándulas endocrinas, provocándolas a producir mayor cantidad de hormonas que van a parar a la sangre y contribuyen en grado máximo a la vitalización de todos los tejidos del cuerpo y del cerebro"."Como todas y cada una de las partes del cuerpo los órganos sexuales sirven (en mayor grado) para conducir el magnetismo sexual, función que puede verificarse sin que aparezca el orgasmo.

Las dos funciones de los órganos sexuales suelen confundirse aún por los mismos fisiólogos. La función afectiva suele considerarse meramente como anzuelo para la propagación de la especie. El orgasmo es tenido como la culminación natural y necesaria de la unión de los sexos. Pero esta creencia es falsa...; sólamente quienes han probado los beneficios de este método pueden darse cuenta del inmenso mal que tal persuasión ha hecho a la humanidad".Noyes opina que la función afectiva es la primaria y la reproductora la segunda e incidental, pero que esta última llegó a ser soberana por confusión y tergiversación de la primera.Frecuentemente se acepta que los órganos sexuales tienen dos funciones: la de expeler la orina y la de perpetuar la raza. Noyes sostiene que tienen una tercera: la de conducir el magnetismo sexual. Esta tercera función es tan distinta de la segunda como ésta lo es de la primera. El acto germinativo se verifica por la contracción de las vesículas seminales produciendo, efectivamente, la eyaculación. La conjunción sexual por razones afectivas pone en actividad todas las glándulas y deja en reposa a las vesículas seminales; por este motivo el fluido seminal se reserva. El orgasmo, en vez de ser la culminación de la unión sexual es su muerte y su secuela, y lleva a la vejez prematura y a toda la gama de enfermedades, no sólo de carácter sexual sino de todos los órdenes ya que un organismo desvitalizado no puede resistir por mucho tiempo los asedios morbosos.Los seres humanos deben ser capaces de usar sus órganos generadores con un fin más elevado que los animales.

LA PARTE FEMENINA:

Alice Stockham y el método KAREZZA.
El método descubierto por Noyes en 1844, practicado más de 30 años por la comunidad Oneida, fue mejorado y popularizado en las dos primeras décadas del siglo XX por la doctora Alice Stockham, M.D., en su libro "Karezza, ética del matrimonio". En este tratado ella explica la teoría del método Noyes.La palabra Karezza viene del italiano y quiere decir "caricia". La doctora Stockham fue la primera en aplicar la palabra para significar un nuevo método de control de natalidad, de unión sexual, de magnetismo amoroso, sin el final desastroso del orgasmo.

Karezza se distingue del método Noyes en que implica también a la parte femenina porque, como afirma ella, el desgaste femenino es tan perjudicial como el masculino. La doctora Stockham encontró la divulgación correcta de sus ideas en Inglaterra en el libro "Amor está de moda" del notable escritor Edward Carpenter; él describe y comenta a Karezza. A este mismo método se le dio más tarde el nombre científico de "coitus reservatus". Tambié fue altamente recomendado por el eminente Havelock Ellis, quien consiguió muchas de sus informaciones de parte de George Noyes Miller y de otros miembros de la comunidad Oneida con quienes mantenía correspondencia. A la unión sexual con orgasmo sigue de ordinario un estado de debilidad y desilusión. Hay un goce rápido, epiléptico, que pasa por la conciencia sin dejar recuerdo. Se apagaron las luces, se acabó la música... Tantas veces la debilidad es tan seria que produce síntomas patológicos. En las anotaciones médicas se tratan casos de hombres viejos que no pudieron resistir la tensión del orgasmo y murieron como consecuencia de sus agotadores efectos.
En el abrazo con orgasmo se disipa de repente la energía vital y magnética por la descarga seminal, desperdiciándola por completo. Karezza, en cambio, la conserva y la usa para la nutrición interna y para volver el vigor y la juventud a los dos socios. La naturaleza inventó el orgasmo para la procreacion; pero para la unión amorosa es sumamente molesto porque todo su "modus operandi" tiene por objeto apagar y vencer el amor y transformarlo en aversión e indiferencia. Cuanto más frecuentemente ocurre, tanto más rápido muere el amor; el romance se evapora y la mera sexualidad subsiste tomando características morbosas, que reemplazan el encanto de la corte amorosa y la atracción natural de los dos sexos.Pero cuando se practica Karezza no sobreviene el cansancio ni hay sentimiento de debilidad ni de repulsión por el compañero.
Cada uno anhela casi con fervor al otro; siente el vigor correr por sus venas y a su rostro asoman los colores rosados de la juventud. Se siente tan feliz y de tan buen humor como después de una comida completa. El magnetismo vibra y los ojos aparecen luminosos; esto es lo que Lloyd llama " el elixir de larga vida". Después de cada unión, que puede prolongarse horas enteras, los socios se separan lentamente, besándose lánguidamente, adheridos al último hechizo, repasándolo en la memoria y embargados por un sincero afecto que saben núnca se acabará y los mantendrá en una luna de miel sin fin. Sólo Karezza brinda tanta armonía en el matrimonio, profunda comprensión de los gustos de cada uno de los cónyuges...Karezza tiene el don de restablecer la juventud, conservar la salud y hacer placentera la vida del hogar. "El elixir de larga vida" (magnetismo sexual) obliga a las glándulas endocrinas a aumentar su actividad y a derramar todos sus jugos en el gran torrente circulatorio, llevando vigor y juventud a todos los tejidos del organismo.Karezza suministra todos los requisitos para la renovación uniendo al intercambio magnético el suave espasmo de la unión sexual, bajo la única condición de la continencia en ambos cónyuges. Por medio de Karezza se puede conservar la juventud durante toda la vida matrimonial y los envejecidos, con esta práctica, volverán a ser los enamorados de antes.
Pero a pesar de todas las ventajas de este método, el hombre ordinario es demasiado obtuso, demasiado egoista, demasiado aferrado a la tradición para resolverse siquiera a ensayar este sistema. Prefiere que su compañera use dispositivos intra-uterinos, esponjas, duchas, drogas, etc, que crispan los nervios, producen enfermedades y disgustan estéticamente. Las eminencias en ginecología sostienen que todas estas prácticas son causa de no pocas dolencias femeninas y muchas operaciones quirúrgicas. Sólamente la no emisión es segura y placentera; esto lo proporciona Karezza.La mayorí de las mujeres que han ensayado Karezza lo prefieren a todos los sistemas de unión sexual. La mujer necesita de mucho más tiempo para alcanzar el clímax; no así el hombre que llega a un orgasmo prematuro, dejando insatisfecha a la mujer. Esto, tan desagradable, no ocurre en Karezza.
Margaret Sanger, en su obra "La mujer y la raza futura" habla favorablemente de Karezza porque evita las desventajas del celibato yla separación de los sexos y brinda, en cambio, los beneficios del intercambio magnético que produce bienestar física y mentalmente. Ella cita casos en que hombre y mujer conservaron sus fuerzas sexuales hasta edades avanzadísimas y preservaron su luna de miel durante toda la vida matrimonial.

EPÍLOGO

En su libro "Lamaic Initiations", la profesora Alexandra David-Neel describe cierta clase de yoguis tibetanos que siguen un método de adiestramiento para adquirir la capacidad de retener el líquido seminal durante la unión marital. Los tibetanos explican el valor de esta técnica como sigue: en primer lugar la conservación del semen preserva la energía vital; ellos creen que dicha energía radica prioritariamente en el semen. Así lo creyeron igualmente los antiguos filósofos: Pitágoras, Platón, Aristóteles, Epicuro y Galeno entre otros. Segundo, la unión de los sexos bajo condiciones de conservación seminal da ventajas que no proporciona ningún grado de celibato. Esta ventaja extra consiste en el vitalizante efecto sobre los órganos sexuales y las glándulas endógenas producido por el magnetismo del sexo opuesto.De esta manera, la iniciativa yoga busca la manera de estimular las glándulas sexuales a una mayor actividad secretoria y, por lo tanto, a una producción aumentada de hormonas. Esto es la esencia del método de la recuperación de la juventud por medio de las relaciones sexuales. Porque no es sólamente importante conservar las secreciones sexuales, ricas en principios vitales, sino conseguir que produzcan una mayor cantidad, lo que se consigue mediante la estimulación magnética de los sexos.
Así se produce una mayor cantidad de hormonas sexuales y otros elementos vitales que son reabsorvidos en la sangre. Esta es la esencia de nuestro método de renovación de la juventud por medio de las relaciones matrimoniales.

Qué si todo hubiera estado equivocado (El Orgasmo en la Mujer) por Marnia Robinson

Este es otro extracto de Peace Between the Sheets, de Marnia Robinson, donde ella da su opinión sobre el orgasmo femenino.
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Qué si todo hubiera estado equivocado

Trágicamente, muchas mujeres han comprado la idea de que algo malo ocurre con ellas si no logran el orgasmo fácilmente. En vez de tener un problema, podría ser que ellas estuvieran por delante del resto de nosotros. Su energía sexual probablemente se “bota a huelga” hasta que ellas entiendan cómo usarla para profundizar sus relaciones en vez de tirarlas a la basura. Déjenme rápidamente agregar que la frustración sexual no es la solución, salvo en la medida en que el deseo nos ayude a “jalar” hacia la unión. El objetivo es reaprender a usar conjuntamente nuestra energía sexual de manera de eliminar la frustración sexual, sin orgasmo.

Barry Long, maestro de Tantra australiano, insiste que la vagina no se esfuerza naturalmente por lograr el orgasmo. Este hábito le tiene que ser enseñado por una sociedad que está obsesionada por alcanzar el clímax. Cuando aprende a enfocarse en el orgasmo llega a ser cada vez más dura, ávida y depredadora. Se concentra en el orgasmo, no en el amor. Esto causa profunda infelicidad interior. De acuerdo a Long, la promiscuidad es sólo una búsqueda desesperada del amor que las mujeres nos están hallando a través de su persecución del orgasmo (Long, 1996). Ciertamente, si más orgasmos fueran la solución, la armonía en las relaciones debería haber mostrado una marcada mejoría en los últimos años.
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Mi última relación fue corta. Ella prácticamente me rogó que hiciéramos el amor –pero inmediatamente ella quiso marcharse… como si ella fuera el hombre o algo. Unas pocas semanas después de que ella lentamente se calentara de nuevo, lo hicimos de nuevo, y ella parecía que había pasado un… buen momento de nuevo. Entonces, sólo unos pocos días después, ella me informó que “el orgasmo era una experiencia insignificante” comparado con su práctica espiritual. De hecho, me dijo que tenía miedo de quedar enganchada en el sexo. Recuerdo pensando hacia mí mismo cuán horrible eso podría ser.
Y eso fue el fin de nuestra relación. Ella anunció que yo estaba menos evolucionado espiritualmente que ella y rompió. Cuando leí el material en tu sitio web [www.reuniting.info], traté de decirle que ella estaba teniendo una resaca de separación por el orgasmo. Pero ella no compraba nada de eso, aunque ella en cierto modo lo vio después de que unos pocos meses habían pasado. Yo creo que el orgasmo hace lo opuesto de lo que las mujeres quieren.
-Ken
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No mucho después que Anya y yo enfrentáramos los hechos, tropecé con una pista en blanco y negro que confirmaba lo que nosotras habíamos aprendido en el duro camino. Un maestro de Tantra en India escribía:

[Si una mujer no se relaja en un estado trascendental durante el sexo] ella tendrá el nervioso orgasmo, el cual es de corta vida y va seguido de descontento y agotamiento. Esta es a menudo la cusa de la histeria y la depresión en la mujer (Sarasvati, 1992)

Sin mencionar nada de su pareja. Así, si la armonía en tu relación es un objetivo, nuestra experiencia sugiere que las mujeres no deberían cometer el mismo error que los hombres de creer que la tensión-liberación del orgasmo es de lo que el sexo se trata. Por lo demás, las mujeres deberían estar montando este familiar escenario:

Se suponía que esta relación sería distinta. Estábamos unidos en espíritu. Pero al cabo de seis meses habíamos caído en el abismo de todo lo que era profano entre un hombre y una mujer. Mi salud física y emocional estaba severamente agotada. La depresión era una constante compañía. Nuestra relación estaba fragmentada y dolida. ¿Cómo podía yo haber experimentado la Divina Unidad y ahora sentir tal separación de mi esposo. ¿Cómo podía yo soportar el dolor de no saber cómo cerrar la enorme brecha entre nosotros? ¿Qué había ocurrido durante mi matrimonio que garantizó el comentario de un nuevo amigo de que yo me veía como la mujer más triste que alguna vez él había visto? Antes de mi matrimonio yo era una educadora profesional, vibrantemente viva. Un año en él y me sentí vaciada de todo, salvo de fuerza de vida para sobrevivir. (Christine, 1995)

Si todavía eres escéptico, toma un calendario y sigue la pista por ti mismo –del orgasmo y de los cambios de humor pronunciados durante las siguientes dos o tres semanas. Si eres abierto de mente, puedes ver la conexión de causa y efecto por ti mismo.

Si vives con una pareja, lo más probable es que tu aflicción se proyecte en él. Pide retroalimentación honesta. Observa la separación emocional entre tú… y quienquiera que parezca causarla. Cuando aprendas a prevenir esta potente fuente de desarmonía, encontrarás que todos los otros temas que tú creías que causaban tu discordia, misteriosamente se vuelven más manejables.

Si las mujeres paran de esforzarse por lograr el orgasmo genital, ¿significa que renuncian a todo el placer y regresan a su rol tradicional como receptoras asexuales de la pasión del hombre? Claro que no. Significa que la satisfacción que los amantes han estado buscando se halla en una experiencia mutua en la cual ambos miembros de la pareja paran de usarse el uno al otro para la gratificación física, y hacen de nutrirse el uno al otro el principal foco. Como verás, estro causa un cambio en la química corporal que realza la receptividad sexual y hace todo contacto sorprendentemente agradable.

A propósito, la primera vez que tuve un orgasmo durante el acto sexual sin esforzarme en absoluto fue cuando hice el amor con un hombre que era virgen. Mi atención no estaba en mí mismo. Estaba enfocada enteramente en hacerlo sentir seguro y amado, así que la experiencia debería ser siempre un cálido recuerdo de amorosa intimidad. Desde ese encuentro en adelante he sido muy orgásmica. E incluso aunque ahora evito el orgasmo a causa de la resaca, todavía encuentro que hacer que mi compañero se sienta confortable y adorado con seguridad me entusiasma.

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La gente siempre piensa que es la descarga seminal la que es indeseable, pero realmente es el fuego del sistema nervioso durante la estimulación sexual. Y eso se aplica a ambos, hombre y mujer.
-Georg Feuerstein, Fundador de
Yoga Research and Education Center


REFERENCIAS:

Christine, N. (1995). Temple of Living Earth. Sedona: Earth Song Publications.

Long, B. (1996). Making Love: Sexual Love the Divine Way. Barry Long Books.

Sarasvati, S. (1992). Kundalini Tantra. Bihar: Bihar School of Yoga.

lunes, 26 de abril de 2010

El Llamado

El hecho que planteemos lo excelente que es practicar una sexualidad sin orgasmo puede ser, para muchos, la cosa más inverosímil que hayamos escuchado alguna vez. Sabemos que ir contra la corriente puede llegar a ser tremendamente impopular. Y nada pareciera tener menos sentido que negar la importancia del orgasmo en la sexualidad.

Porque piensa un poco: todas las personas a nuestro alrededor nos dicen explícita, o implícitamente, que el orgasmo es bueno, que es el premio que hay que buscar, que es el fundamento de una vida sexual sana. Los médicos y los psicólogos, los religiosos, los escritores, las personas con sentido común, los buenos ciudadanos de nuestra cultura, todos coinciden en lo mismo sin discusión:“el orgasmo es al sexo como la levadura al pan”. En este consenso tácito, todos parecen estar de acuerdo: religiosos y agnósticos, revolucionarios y conservadores, el hombre de la calle y el intelectual…

Pero tú que has leído estas líneas, ¿qué piensas? Tú que has llegado hasta este blog, guiado de alguna curiosidad o interés de saber más, ¿estarías dispuesto a aceptar sólo una posibilidad, de que todo lo que has aprendido sobre sexo hasta ahora pueda estar equivocado?

Tú que quizás estás enamorado, y que quieres a tu pareja con verdadero y sincero amor, ¿no te gustaría preservar este amor para siempre y recorrer junto a tu amado un camino de autodescubrimiento, de conocer los misterios del "sexo mágico", más allá de la rutina de lo mundano?

Tú que has sentido cómo la magia te toca cada vez que sientes algo por alguien..., ¿no quisieras hacer de esta magia un don permanente?

Porque el enfoque que estamos proponiendo es un camino práctico, algo que indudablemente te trae beneficios individuales, pero que adquiere su sentido mayor en el Amor de una pareja.

Tú y él/ella llegan a sentir cómo con la práctica la armonía aumenta. La pareja se “magnetiza” mutuamente. [En el orgasmo ordinario, el magnetismo se pierde después del orgasmo, debiendo recomenzar de cero cada vez, y después de un tiempo la relación se “gasta”; en la relación transorgásmica, por el contrario, ese magnetismo se acumula y se convierte en satisfacción, felicidad, armonía.]

El amor mayor, todos esos sentimientos de reencontrar el paraíso perdido no se diluyen con la rutina, sino que pueden incrementarse. Es por esto que el sexo sin orgasmo es llamado “sexo sagrado”, un camino de iluminación.

Cada vez que te enamoras, tu cuerpo y tu alma se estremecen y te revelan el “lado mágico” del mundo. Y ése es el momento en que “tocas a Dios”. Incluso no siendo religioso, esta maravillosa experiencia está al alcance de cualquier ser humano común. Todos la hemos vivido. ¿Pero te has preguntado por qué, si todos lo vivimos, esto no nos conduce a un desarrollo espiritual mayor? ¿Por qué todos esos enamorados no alcanzan finalmente nada parecido a una iluminación? Por qué hombres y mujeres sienten que la vida en pareja se torna monótona, rutinaria, y empiezan a aflorar los defectos, las críticas, el deseo de correr, o la opresión y el miedo ante el compromiso y la intimidad?

Por qué no fluye como antes. Será que, como dice Pablo Milanés, "Los años pasan/ nos estamos poniendo viejos/Yo el amor no lo reflejo/como ayer......En cada conversación/Cada beso, cada abrazo/Se impone siempre un pedazo/De razón”.

El sexo transorgásmico no sólo es hacer el amor sin orgasmo, es acceder a nuestra conexión más profunda, el rito sagrado del amor vivido entre dos.
Estamos deteniendo el tiempo, alcanzando sin querer un tipo de meditación.
Es poesía, donde el milagro más grande quizás no sea lo que pasa sólo durante el acto sexual, sino después, cuando te retiras conservando todas tus energías y habiéndolas transmutado en algo "luminoso", "superior"...

En efecto, después de la relación transorgásmica los órganos genitales quedan tan tranquilos y apaciguados como quedan después del orgasmo ordinario, pero la diferencia es que en el primer caso el cuerpo sí queda lleno y radiante de una energía maravillosa, habiendo una fuerte conexión entre ambos amantes. En el sexo ordinario, en cambio, el cuerpo queda con una sensación de vacío, como si hubiese perdido algo muy importante. Y hay que exigir demasiado, para mi gusto, del amor para que venga a auxiliarnos en medio de la brecha que este sentimiento de vacío nos provoca.

Un gran maestro que alguna vez leí decía que el Amor (uso mayúsculas a propósito) es un niño muy esquivo y que con el orgasmo espantamos a éste de nuestras vidas. La complicidad y compañerismo sanos con el tiempo devienen en adicción, cuando los químicos del cerebro empiezan a actuar a hacernos sentir ansiosos antes y culpables después… El sexo ya no es maravilloso como antaño, sino algo que cae en cierta monotonía y que hay que avivar en base a fantasías, afrodisíacos y terapias.

Mucho se ha hablado sobre el "reencantamiento del mundo": al enamorarnos reencantamos el mundo, pero luego del sexo común, este encantamiento se va esfumando de a poco. La sexualidad que estamos proponiendo, es el sustento del "Reencantamiento". Este no sólo se propduce hacia tu pareja, sino hacia todo el mundo a tu alrededor. Tu cerebro empieza afuncionar de otro modo, tus energías sutiles se armonizan con el universo entero, sin tener que huir a la soledad para lograrlo.

Tú que amas y que tal vez estás teniendo ya algunos problemas con tu pareja, derivado de los cambios de percepción neuroquímicos, todavía estás a tiempo de cambiar las cosas. También si tu vida ha sido un fracaso en el amor, podrás comprender de qué modo las cosas han fallado, y dónde podrás hacer el gran cambio la próxima vez. Pará qué decir que estando solo, también podrás prepararte para cuando halles un alma afín que quiera probar estos manjares sagrados. Y si te gusta meditar, o eres un alma sensible, enamorada, mística o artista, verás cómo este arte te permite incrementar tus dones y tu conexión con el Todo...

Y no tengas miedo de tener que renunciar a lo bueno de la vida, porque el sexo con orgasmo es sólo un gran espejismo en el desierto que te promete un edén y luego se esfuma, dejandote vacío y desconcertado.
La nueva experiencia se llama Amor Transorgásmico, y éste es el llamado que hago, como quien ha practicado durante años, para que abras tus sentidos y tu corazón, para así comprender y poner en práctica por ti mismo, con el más alto Amor...

lunes, 19 de abril de 2010

¿Por qué nos des-enamoramos?

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Este es un extracto del libro Peace Between The Sheets, Healing with Sexual Relationships, de Marnia Robinson, que en este caso hemos traducido. Es bastante extenso, pero muy interesante, pues Marnia nos relata su experiencia y su búsqueda de los que ella llama la "Aproximación No-Orgásmica al Sexo". Corresponde al primer capítulo del libro; este último también pueden hallarlo completo, pero en Inglés, en google.libros, para imprimirlo o leerlo online.

Los dejo con la lectura de Marnia, la que de seguro les resultará amena por su lenguaje sencillo y cercano. Y recuerden visitar su extraordinario sitio web en http://www.reuniting.info/




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POR QUÉ NOS DES-ENAMORAMOS (Por Marnia Robinson)

¿Te has enamorado alguna vez de alguien que a la vez te ha amado? ¡Qué experiencia! Repentinamente el mundo comienza a tener sentido. Con alto voltaje fluyes con inspiradas ideas. La vida toma un brillo prometedor, y las alas y el halo de tu amado son claramente visibles. Aun, si las cosas siguen su curso normal, tú recordarás este breve período de conciencia exaltada como una luna de miel, y lo verás con una suerte de…decepción.

No es decepción. Algo muy real está ocurriendo. Un completo circuito de energía está fluyendo a través de vuestros corazones, y los está energizando, expandiendo vuestra percepción, y mejorando profundamente vuestra química corporal. Cuando la humanidad aprenda a seguir esta espiral de energía ascendente estará en el camino hacia algo más profundo. De acuerdo a diversas tradiciones espirituales alrededor del mundo, este circuito de energía que fluye entre los amantes es nada menos que un camino de iluminación.

Por ahora, sin embargo, la mayoría de nosotros no puede jamás alcanzar este "último piso” del edificio. En vez de eso, llegamos sólo a algún lugar cercano al "piso tres" y rápidamente comenzamos una espiral descendente hacia lo mundano…demasiado a menudo seguida por una caída en picada hasta la base. Esto sucede porque nuestra parte física actúa de acuerdo a un piloto automático biológico, mientras nosotros creemos que se trata de algo de nosotros mismos.

Mi educación sobre las relaciones sanadoras comenzó casi como un accidente. En 1986, mi hermana, preocupada de observar el subeybaja de mi vida amorosa, me pasó un libro titulado algo así como “Casarse con el Hombre de tu Elección”. El libro insistía en que yo necesitaba escribir una descripción detallada de mi compañero ideal. Así lo hice.

En efecto, él apareció al cabo de un año. No sólo eso, un par de meses antes de que Russ y yo nos encontráramos, una psíquica en una fiesta le aseguró a él que me conocería en cierta fecha. Ella le dijo mi edad, mi profesión, el elemento de mi signo astrológico y muchas otros detalles precisos. Nos encontramos en una conferencia en Nueva York dos días antes de la fecha señalada por la psíquica y esto ciertamente lo sentimos como una unión del destino. No obstante, poco después de que el sexo convencional entrara en escena, la relación colapsó. Y cada vez que lo volvíamos a intentar, nuevamente colapsaba.

Era espantoso observar que una relación con alguien con quien me había sentido tan profundamente predestinada y conectada, se desmoronaba a pesar de los esfuerzos por salvarla. Me volví hacia mi guía interior demandando una explicación, y esa misma semana di con mi primer libro sobre sexualidad Taoísta. Este libro explicaba que había otra clase de éxtasis posible entre amantes, y en el instante en que leí las descripciones, supe que era los que siempre había estado buscando en mis relaciones:

“El orgasmo valle [distinto del convencional orgasmo “pico”] ocurre espontáneamente en el profundo estado de relajación, y es una experiencia muy poderosa en la cual siento, en cada célula, todas las partículas de mi ser como un exquisito, extático punto de fusión. El sentimiento de conexión con mi compañero(a) es profundo. Mi ser entero se comparte con el de él, y el de él con el mío, como un flujo que no conoce fronteras…Yo siempre me sobrecojo por el poder que reside en el hombre y la mujer. Estamos más cerca de lo que creemos de ser dioses y diosas…Hay un sentido de tener todo el tiempo del mundo, de ser una eternidad, y de tener más y más energía disponible." (Chia & Chia, 1986, p. 291)

El “asunto”, por supuesto, era que para encontrar este éxtasis valle, uno tenía que superar el orgasmo convencional. Russ, no obstante, era muy conservador y no tenía interés en lo que él consideraba ‘sexo no convencional’. Poco tiempo después fui transferida a Europa. Frustrada de nuevo.

ENGANCHÁNDOME CON EVITAR EL ORGASMO

Pasaron los años y ningún sabio de Oriente apareció para instruirme en la unión mística. Decidida a aprender, me inspiré en uno de mis dichos favoritos:

“Nunca temas intentar algo nuevo. Recuerda, los amateurs construyeron el Arca; los profesionales, el Titanic.”

Concluí que tenía que hacerme una idea de cómo motivar a otro principiante para explorar este misterio junto a mí. Rápidamente descubrí que, aún con buenas intenciones, no es fácil dejar atrás los hábitos sexuales corrientes. Podía lograrse, empero, y el proceso fue sorprendentemente disfrutable. Con suficiente automotivación, y claras instrucciones (la segunda parte del libro), no tendrás que ir a tropezones como yo.

Aquí está el recuento de mi primer intento por “crackear el código”: Nos conocimos con Alex en un taller en una comunidad espiritual en Escocia. Un hombre profundamente espiritual, estaba haciendo una pausa en su práctica en psicología, viajando desde Canadá alrededor del mundo, para así visitar varios ‘sitios de inspiración’. Después del seminario, regresamos a mi casa en el continente europeo. Después de mucha discusión, decidimos poner en práctica una aproximación no-orgásmico al sexo.

Yo tenía un libro, escrito por un hombre, con un montón de ‘tips’ sobre cómo los hombres podían ganar maestría sobre el impulso de eyacular. Recomendaba tensar los músculos alrededor de la próstata, apretar la mandíbula, contar al respirar, y muchas otras técnicas enérgicas – las cuales yo después aprendí que no son tan efectivas como un muy gradual y más relajado acercamiento a la intimidad sexual.

Todas las veces, Alex insistía que él no necesitaba instrucción alguna. Cuando hacíamos el amor, sin embargo, ocurría como era lo usual. Es decir, él eyaculaba. Y durante todos los muchos días que siguieron, pasó lo mismo una y otra vez, a pesar de la genuina intención de evitar el orgasmo. Seguí insistiéndole que estudiara el manual, pero él se ponía cada vez más irascible. Cuando yo le observé, de acuerdo al libro, que su corto temperamento podría deberse al orgasmo frecuente, él estalló.

“¡Tú debes estar loca para sugerirme que la eyaculación tiene un efecto negativo en los hombres,” se encrespó. “Yo soy psicólogo. Si así fuera, yo lo sabría. Y si sigues hablando así, irás a parar a una institución mental…para explicárselo a tu loquero!”

Yo podía ver que ningún argumento más podía ya empeorar las cosas, y se me vino a la mente ¡lo estupendo que sería si él se subía en el próximo tren! Mantuve un silencio de piedra.

Finalmente él explotó, “¡Me doy cuenta de que no vas a escuchar ni una palabra de lo que yo diga hasta que lea ese libro!”
“Correcto, Alex”, admití.
“Ok, ¿qué tengo que leer?
Le mostré las cuatro o cinco páginas que explicaban las técnicas mencionadas arriba para que los hombres evitaran el orgasmo.
Él echó un vistazo a las instrucciones y anunció, “Vamos, intentémoslo.”



Para ese momento, yo estaba a punto de abandonar la idea. Esta más bien descortés invitación no se parecía a ninguna de mis imágenes sobre un encuentro de sexo sagrado. Pero yo anhelaba saber si las ideas tendrían algún mérito.

Hicimos el amor de acuerdo a las instrucciones. Él apretó y contó, y acabó la relación sin haber eyaculado. Entonces, me sorprendió cuando dijo, “No puedo creerlo. No me siento insatisfecho. No tengo…uh…bolas azules (“blue balls” es una expresión coloquial para señalar cuando un hombre se queda con la excitación sexual sin eyacular, lo cual le causa molestias. En castellano tendríamos que decir algo así como “las bolas hinchadas”, (nota de la traducción)). ¡Gracias por enseñarme esto!”. Tan anonadante como este hallazgo, una sorpresa mayor fue la que siguió. Durante las próximas 24 horas, él fue un hombre diferente. Su rabia se evaporó y su corazón se abrió. Mientras antes me había asegurado que él no necesitaba una pareja porque estaba en un camino espiritual, ahora se abría y hablaba sobre cuánto él siempre había deseado una compañera y se encontraba confundido por su incapacidad de estar en una relación.

El cambio más grande fue que él me vio con una luz completamente diferente. Nunca más me recomendó que me internara. En vez de eso, me dijo, “Tú eres tan espiritual y generosa. Dios realmente debe estar orgulloso de ti por perseverar en esto, a pesar de tanta resistencia.” Yo también me sentí transformada. Mi corazón se rompió de gratitud y pude ver con claridad sus cualidades angélicas. Me recuerdo pensando, “Gracias por mostrarme esta verdadera belleza de hombre.”

Yo me juré que había tenido mi última relación sin sentido con un amante. Pude saborear el potencial para la mutua adoración e intimidad satisfactoria en el nuevo concepto y estaba más decidida que nunca a dominar este acercamiento no convencional al sexo. Al final, me hallaba completamente motivada.

DIME QUE NO ES VERDAD

Y resultó que tuve más relaciones sin sentido por delante, debido a que algunas de las pistas-clave de cómo uno elude la biología no se encontraban en los manuales de sexo sagrado que yo había comenzado a ‘devorar’. A pesar de los emocionantes y significativos avances, mis resultados eran inestables. Buenas intenciones y nobles aspiraciones claramente no eran suficientes. Apenas yo caía en los antiguos hábitos la acostumbrada desarmonía en la relación se hacía presente. Difícil como esto era aceptar que el orgasmo en sí mismo parecía ser el culpable. Una vez que estuve preparada para considerar esta hipótesis inverosímil, me topé con una amplia evidencia sobre un doloroso anzuelo incrustado en el cebo de la atracción sexual. Éste causaba que los amantes se alejaran el uno del otro.



Recuerdan la película “Cuando Harry conoció a Sally? Billy Cristal decía que treinta segundos después de hacer el amor él quería salir de la cama y marcharse. Cuando le pregunté sobre eso a una de mis parejas, él respondió, “Sehh, supongo que es la forma como la mayoría de los hombres nos sentimos. ‘¡Bum, ya está hecho! Elvis se fue del edificio. La mujer gorda ha cantado. Gracias…y adiós’” Desafortunadamente, este deseo subconsciente de alejarse hace que un compañero luzca totalmente diferente después del sexo, aún si no se aleja.


Un amigo me describió su primera relación sexual. “Quería llorar”, me dijo, “porque ella era tan hermosa y yo la deseaba tanto. Pero recuerdo que me sentí un poco desilusionado cuando después vi su cuerpo, y su belleza no me encendía más como lo había hecho en medio de la pasión"

Extrañas cosas ocurren en nuestra percepción del otro después de que el “peak" del orgasmo se desencadena. Yo pienso en este cambio como una resaca –una fase temporal de sutil incomodidad que sigue al sexo apasionado. Habitualmente lo proyectamos en nuestra pareja o en el mundo circundante, imaginando que él, ella, o las circunstancias a nuestro alrededor sobre las que no tenemos control, causan nuestro malestar. Aquí hay una cita del ensayo de D. H. Lawrence “Pornografía y Obscenidad”:

La experiencia enseña que los individuos comunes [tienen] una actitud de repudio hacia el sexo, un deseo disgustante de insultarlo. Si esos tipos tienen relaciones sexuales con una mujer, triunfalmente sienten que la han ensuciado, y ahora es más baja, más barata y más despreciable de lo que era antes.” (Thrilling, 1977, p. 654)

Probablemente estás pensando que esos tipos tienen un tema serio con sus madres. No obstante, yo ahora sospecho que este problema de resaca es la razón de por qué una buena parte de la humanidad apoya extrañas nociones sobre la sexualidad. Si podemos sentirnos lo suficientemente ansiosos para salir corriendo después del sexo, podemos también sentirnos suficientemente incómodos para convencernos a nosotros mismos de que el sexo opuesto es repulsivo, que Dios nos está castigando por involucrarnos en el sexo, o que es una buena idea cortarle los genitales a las muchachas como se practica en algunas partes de África. Aún si no nos sentimos culpables per se, nuestra percepción hacia nosotros o hacia los demás cambia hacia lo peor. Recuerdan lo que dijo Hugh Grant no mucho después de que fuera sorprendido con Divine Brown en 1995?

Me importa un carajo la moralidad de esto… No me importaba. Todo el mundo es una bestia sucia”

Aquí hay otro ejemplo del impulso de un hombre de marcharse después del sexo orgásmico, de John Lee en “The Flying Boy”:

"No importa quién fuera la mujer. Yo era tan bueno cuanto durara el momento en que hacíamos el amor. Después de ese instante siempre tocaba algo tabú –acaso mi madre, acaso mi dolor- y yo tenía que volar lejos… Me preocupaba y esperaba el momento más apropiado para emprender el vuelo. Si yo no volaba, me alejaba corriendo. De todas maneras yo sabía que no podía estar con ellas." (Lee, 1989, p. 10)

Y consideren este dramático ejemplo del profundo miedo vinculado al sexo, del padre de la psiquiatría moderna, Sigmund Freud:

"Probablemente ningún macho humano está a salvo del miedo a la castración ante la vista de un genital femenino". (Freud & Freud, 1968, p. 154)

Claramente el sexo está ligado a sentimientos suficientemente irracionales como para apartar a los miembros de una pareja. Un maestro taoísta explica:

"Eventualmente un hombre puede desarrollar sentimientos de indiferencia u odio por su compañera sexual porque él subconscientemente se da cuenta de que [cuando él tiene sexo con ella] pierde aquellas altas energías que podrían convertirlo a él en un hombre verdaderamente feliz." (Chia, 1984, p. 44)

Cualquiera que estudie Medicina Tradicional China estará familiarizado con la idea de que el orgasmo tiene consecuencias negativas. Pero rara vez entendemos esto como un tema emocional, psicológico.

El malestar subconsciente puede apuntar más allá del drama en nuestras relaciones, porque no siempre nos proyectamos nuestra incomodidad unos a otros. Consideremos las palabras del psicólogo Herb Goldberg en “What Men Really Want”:

"La naturaleza defensiva de la masculinidad crea una profundamente cautelosa y negativa experiencia del mundo, al cual ven como un lugar donde nunca hay sufieciente poder, control, seguridad e independencia." (Goldberg, 1991, p. 112)

A diferencia de Freud y Goldberg, yo no acepto que esas creencias defensivas sean parte innata de la naturaleza de los hombres. Mientras más aprendo, más sospecho que el sentido de carencia que domina la experiencia humana se origina simplemente en el cambio perceptual asociado al sexo. Las implicancias de esto son enormes. A medida que la luz se iba prendiendo, sentía como si hubiera descubierto un elefante en mi living, que había estado ahí largo tiempo, bloqueando mi progreso y entrampando ciegamente mis relaciones.

LA RESACA ESCONDIDA.

Al final terminé aceptando que el cambio en la percepción de mis parejas hacia mí, el cual a menudo yo había experimentado, no era estrictamente un producto de mis propios temas o los de ellos. Era real. Pero –y aquí está el punto más importante de este libro- el cambio perceptual era algo involuntario y prevenible. Es decir, los miembros de la pareja no podían evitar que el cambio ocurriera a menos que se dirigieran a la causa subyacente.

Leí mis textos de sexualidad sagrada nuevamente. Estaba en blanco y negro: el acto sexual es beneficioso, mas el orgasmo trae consigo una gran cantidad de problemas. Los síntomas podían incluir sentirse agotados, irritabilidad, desequilibrio energético, problemas de salud, y más significativamente, una creciente aversión hacia nuestro compañero sexual.

El mundo está lleno de cosas obvias, de las cuales nadie en ninguna oportunidad se da cuenta.
-Sir Arthur Conan Doyle

Las antiguas enseñanzas culpaban de estos problemas a la pérdida de semen, de tal modo que la mayoría de los textos claman que sólo los hombres sufren de los efectos negativos. Esta explicación ha probado ser demasiado simplista. Yo he aprendido con certeza que esta aflicción post-orgásmica igualmente afecta a las mujeres –alterando negativa y dramáticamente sus percepciones hacia sus parejas- aunque algunas veces toma más tiempo que en el caso de los hombres. La pérdida de semen, de hecho, resulta virtualmente irrelevante.

Hablando en general, las personas no están concientes de esta resaca. En verdad, la biología nos ha enganchado tan firmemente en la neuroquímica que acompaña al sexo orgásmico, que nosotros sólo tomamos nota de sus apabullantes efectos a corto plazo. Pero, ¿Se han ustedes enamorado alguna vez con total abandono, experimentado un ‘hacer el amor’ maravilloso, y estado seguro de que querían estar juntos para siempre…y luego notado que una extraña separación emocional se desarrolla entre tú y tu amado? Muchas veces cambiamos de pareja debido a este sentimiento de separación, creyendo que somos víctimas de incompatibilidad.

Realmente, somos víctimas de nuestros fluctuantes neuroquímicos. Es decir, nuestra pareja parece irresistible cuando la química cerebral de la atracción inicial resuena en nosotros. Pero el fuego de la pasión produce subsecuentes cambios en esta química que, tarde o temprano, modifican para peor la percepción del uno al otro.

El brillo cálido del amor, que antes iluminaba nuestro mundo, misteriosamente se esfuma, dejando una estela de desarmonía y estancamiento. Como una resaca alcohólica, estos cambios nublan nuestra perspectiva hacia la vida e incluso nuestra percepción espiritual. Este cambio de percepción radical puede explicar por qué un texto tántrico se refiere al orgasmo como el "asesinato del Buda interior" (Dowman, 1984, p. 248)

Como expliqué en la Introducción, el sexo activa el mecanismo de placer/recompensa en el sistema límbico, o cerebro primitivo, para estimularnos a procrear. Es el mismo mecanismo que actúa detrás del alcohol, la nicotina, y muchas otras drogas comunes. Es fácil comenzar, pero, cuidado, esta área del cerebro no está diseñada para mantener la sobre-estimulación continua. Como explicaré en detalle un poco más adelante en el libro, el exceso de estimulación provoca que centro de placer/recompensa ponga frenos en acción. Algunos de nosotros sentimos esta desaceleración como malestar, ansiedad, monotonía, o irritabilidad. Incluso está la desesperada necesidad de remodelar a nuestra pareja para que pueda responder a nuestras amplificadas necesidades.

Desafortunadamente, los efectos emocionales de la resaca orgásmica duran mucho más que los inducidos por el alcohol. De hecho, en mi experiencia, la percepción post-orgásmica de los amantes puede permanecer distorsionada hasta por dos semanas. Y a menudo empeora radicalmente antes que ese tiempo termine.

Este extenso período de recuperación probablemente da cuenta de por qué el judaísmo ortodoxo recomienda dos semanas de abstinencia desde el acto sexual cada mes. Esto les da a los miembros de la pareja una oportunidad de restaurar su equilibrio interno antes del próximo ciclo de altos/bajos. El resto de nosotros, sin embargo, tenemos poca ocasión de vincular esta resaca con nuestras vidas sexuales porque raramente dejamos pasar lo suficiente como para observar el ciclo completo. (Y cuando estamos sin sexo, habitualmente nos turbamos por el miedo a la soledad emocional).

Muchos de nosotros hemos experienciado relaciones sexualmente activas como un brutal subibaja que cabalga hasta que el estancamiento coloca y/o nosotros colocamos los frenos. Creo que esto ocurre porque estos ciclos insospechados entran en acción, traslapados unos con otros. Cuando los miembros de la pareja alcanzan los puntos bajos, cada uno tiende a proyectar en el otro su propia disconformidad. Típicamente, él comienza a parecerle a ella imposiblemente autocentrado, insensible, y egoísta, mientras ella aparece ante él como espantosamente necesitada, imposible de satisfacer, y demandante.

Con seguridad, estos roles no son específicos de un género, y la desarmonía puede tomar muchas otras formas. Cuando ambos se alejan inmediatamente, nos referimos a eso como un encuentro de una noche. Y cuando ambos se vuelven necesitados, le llamamos co-dependencia.

Habitualmente, no obstante, un amante se aleja mientras el otro desesperadamente busca evitar la separación que se avecina, manipulando, sobre-controlando, o provocando sentimientos de culpa. La cautela rompe la confianza de corazón abierto que fluía entre ambos. Típicamente, uno llega a ser extremadamente yin, creando una insaludable succión en la relación, mientras el otro compañero se vuelve extremadamente yang y repele al primero.

Durante este periodo de resaca, tenemos une poderosa sensación de que algo no está bien. Y no lo está. Desafortunadamente este síndrome está generalizado. De modo que intentamos convencernos unos a otros de que nuestra aflicción es un “Así es la vida”, o que puede ser reparado a por el abordaje de algunos aspectos de nosotros mismos, o evitado si somos más selectivos con nuestra próxima compañera. Cuando incurrimos en el problema una y otra vez, las detalladas listas de nuestros “debe tener” para el futuro crecen cada vez más.

Es fácil engañarnos a nosotros mismos diciendo que el sexo convencional no tiene nada que ver con nuestro tormento porque los síntomas rara vez se muestran primero como problemas sexuales. En vez de eso, se manifiestan como aquello que nosotros percibimos como defectos obvios de personalidad en nuestro amante o nosotros mismos, tales como adicción, quejas, insensibilidad, gastos irresponsables, paranoia, tacañería, o irresistible atracción hacia terceros. Y así atacamos los síntomas en vez de la causa.

Excepto por mamá y papá en “The Brady Bunch”, yo realmente no conozco parejas que hayan escapado por completo a los efectos de este bajón más allá de los primeros seis meses de relación comprometida. Aún los matrimonios que se ven más felices pronto revelan asombrosas brechas fuera de escena (Ver Capítulo 6). Pareciera que hay algo más que sólo azarosa mala suerte actuando. Por lo demás, al menos la mitad de los matrimonios deberían estar felizmente contentos y haciendo mucho el amor. No es así.

EL ESCRITO EN LA MURALLA

Cuando comprendí las dimensiones del problema, me di cuenta de que otros ya estaban admitiendo los efectos de la resaca aunque la etiquetaban de modo diferente. Por ejemplo, el popular terapeuta de parejas John Gray (Los Hombres son Marte y las Mujeres son de Venus) enseña que los hombres son como gomas elásticas, con un patrón de calentura y liberación seguido por periodos de alienación emocional respecto a sus parejas.

Yo admiro su clara articulación de los síntomas cuando oigo una cinta suya. Recuerdo que su explicación era algo así como esto: “Hombres, ustedes deben alejarse de las mujeres después de los períodos de intimidad, o ellas los agotarán. Mujeres, cuando eso ocurra, acudan a otras mujeres hasta que vuestro hombre esté de nuevo preparado para sacrificarse en el amoroso contacto con ustedes.” Aunque agradezco esta franqueza, pienso que es poco sensato asumir que un sentido de sacrificio, retirada emocional, o conducta agotadora, son inocuos cuando se repiten en una relación.

Acaso ustedes recuerden “La Novena Revelación” de James Redfield, en la cual al protagonista se le prohíbe entablar una relación con una mujer, ya que eso podría “sacarlos de sus respectivos caminos de evolución individual, y conducirlos a una desesperada lucha de poder”. Y también mujeres autoras, alaban la separación. Veamos, por ejemplo, “Woman, Passion & Celibacy” de Sally Cline, quien enumera las razones dadas por muchas mujeres que optan por el celibato.

Lo he tenido con los hombres…no más ansiedad sexual…Quería una vida simple…el sexo era aburrido…lo hacía por despecho…denme compañerismo, no sexo…necesitaba más tiempo para mí misma…mi alma estaba sufriendo…(Cline, 1993, p. 91)

Sin darse cuenta, estos autores están señalando el bajón desde el efecto de la resaca, el cual los antiguos sexólogos advertían. Ciertamente yo había tenido amantes retirándose “dentro de sus cuevas”, como pone John Gray, después intimar. Y me había hallado a mí misma en bizarras luchas de poder con mis parejas, las que me parecían completamente sin sentido semanas después. ¿Pero es la separación, temporal o total, la única manera de sobrellevarlo?

No de acuerdo a los antiguos textos. Éstos insisten en que hay una forma de hacer el amor sin resacas ni alienación. En verdad, convencer a alguien de privarse del orgasmo convencional no es la cosa más fácil en el mundo, pero aún desde el primer momento, yo sabía que tampoco era imposible. Después de todo, yo había leído libros escritos por hombres que abogaban por ello. Y había visto por mí misma los beneficios en mis parejas al evitar el orgasmo.

Y resultó que, convencer a mi amante de no eyacular al hacer el amor, no era el único obstáculo entre mí y el objetivo de la unión más profunda. Había más piezas en este puzzle.

REFERENCIAS

Chia, M. (1984) Taoist Secrets of Love. Cultivating Male Sexual Energy. Page 44 Santa Fe: Aurora Press.

Chia, M. & Chia M. (1986) Healing Love Through the Tao. Huntington: Healing Tao Books.

Cline, S. (1993) Women, Passion & Celibacy. New York: Carol Southern Books.

Dowman, K. (1984) Sky Dancer: The Secret Life and Songs of Lady Yeshe Tsogyel.

Freud, A. & Freud, J. (1968) The Future of an Illussion; Civilization and its Discontents; and other works, the Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, vol 21, page 154. London: The Hogarth Press and the Institute of Psychological Analysis.

Golberg, H. (1991) What Men Really Want. New York: New American Library.

Lee, J. (1989) The Flying Boy, p.10. Deerfield Beach, FL: Health Communications, Inc.


Thrilling, D. (1977) Ed. The Portable D. H. Lawrence. New York: Penguin Books.
London: Routledge and Kegan Paul)
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